miércoles, 14 de enero de 2009


Entre el público de un Concierto privado

Sobre el libro de Emilio de Miguel Martínez: Joaquín Sabina. Concierto Privado, Madrid, Visor, 2008

[Nota: Las citas tomadas del libro Concierto privado (óp. cit.) aparecen entre comillas y seguidas por un paréntesis con la página correspondiente].

Un concierto que se lee puede ser bastante más que una sencilla sinestesia. Puede ser una señal que instaura en el presente modos del contar en el pasado, cuando la poesía era poesía porque se contaba cantando. O, también, una manera de mezclar oficios afinando las letras en el gozo del canto y midiendo el canto con la regla de las letras. Un concierto que se lee puede describir la sintaxis de un pentagrama y escribir, con buena melodía, el sentido retórico de un acorde. Sobre todo si es un concierto que, porque conoce su público, extiende su armonía de páginas ante los ojos atentos de un lector que sabrá escuchar.

Este Concierto privado me susurra, directo a los ojos, canciones de Joaquín Sabina.

Enumero a continuación algunos de mis acordes-aciertos favoritos de esta lectura-concierto:

1) La selección del material, realizada a partir de un conocimiento minucioso de la discografía sabiniana. La selección de trece canciones (más tres bises) —que permiten atraer, por semejanza temática o formal, muchas de las demás composiciones de Sabina— da cuenta de un cumplido ejercicio de búsqueda de los rasgos que conforman el «adn sabiniano» (p. 155) y la identificación de los mismos.

2) La puesta en relación de las canciones, según semejanza temática, dentro del corpus sabiniano. Dicha puesta en relación permite al lector recorrer las rutas temáticas principales de tan extensa cartografía discográfica.

3) La brevedad concisa y ágil que sostiene todo el Concierto, a pesar de que «resulta más difícil descartar que seleccionar textos sabinianos» (p. 164) y de «la dificultad de entresacar en una canción [...] los versos más significativos» (p. 133).

4) El buen humor que sazona cada página y que, abandonando esas «artes de frío analista de gabinete» (p. 100) —tan frecuentes en los análisis filológicos—, está «reclamando que nos quitemos el sombrero en gesto que acompañaremos de cortés reverencia» (p. 168).

5) La manera en la cual el autor del Concierto se dirige a todo tipo de público haciendo una exposición clara y sencilla, de tono conversacional, para explicar los recursos temáticos y formales de las letras sabinianas. La propuesta es hacer un estudio rigurosamente filológico —recuérdese la exquisita «Pausa (con tropezones)»— expuesto «en el lenguaje más común, es decir, con total alejamiento de la jerga erudita» (p. 159). Es decir, la propuesta es hacer un libro sobre las letras de Sabina en modo sabiniano.

6) Tan en modo sabiniano está construido este Concierto privado, que imita «su uso, dicho casi en pedante, de la metacanción» (p. 99) —entiéndase metaensayo— al incluir, dentro del texto mismo, alguna de sus claves de escritura. El Concierto dice los rasgos formales de la canción sabiniana haciendo uso de formas sabinianas. Valga aquí un ejemplo: al hablar del Sabina que aplaude a sus compañeros de oficio, el autor de este Concierto hace referencia —recordando los usos lorquianos de Machado cuando escribe un poema en honor a Lorca— «a esa técnica que en los casos de homenaje de poeta a poeta consiste, y evidentemente como muestra de admiración, en imitar formas y recursos propios del poeta homenajeado» (p. 64). Y esa técnica de imitación-homenaje a un poeta es la misma que está usando el autor del Concierto para realizar su estudio de la canción sabiniana. Así, en lo que aparece como elegante prueba de coherencia interna del texto, nuestro Concierto privado subraya relaciones de semejanza entre la producción sabiniana y algunas muestras tanto de la mejor literatura canónica (Lope de Vega, Quevedo, Neruda, Lorca, García Márquez, la Biblia, los viejos villancicos castellanos) como de la cultura popular (el cine negro, Chavela Vargas, Carlos Gardel, el grupo Los Secretos). Y dichas semejanzas son señaladas haciendo uso de la misma «mezcla de niveles conceptuales, que es sello personalísimo del Sabina que con esos juegos nivela desigualdades o iguala desniveles morales» (p. 96).

¿Otro ejemplo de dicha técnica-homenaje?
Está escribiendo, el autor de nuestro Concierto privado, a la manera de Sabina cuando, haciendo honor al verso que refiere unas contradictorias “más de cien mentiras que valen la pena", nos explica tal contradicción en estos términos: «produce la impresión de cegarnos con luces oscuras, de iluminarnos con sombras claras, de sumergirnos en un barullo organizado, de lanzarnos al caos más sereno» (p. 184).

Terminada la primera función, sé que este Concierto privado sonará, para mí, muchas veces. Cada vez que, con apetito de canciones, yo decida abrir un libro y ponerle oídos a mis ojos.

CGG-H
(Salamanca, 13 de enero de 2009)